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Cartas entre Moscú y Lisboa

España: ¿Una monarquía bananera? Entre la crisis y la corrupción.

España: ¿Una monarquía bananera? Entre la crisis y la corrupción.
Querido A:

A través de un conocido me pidieron una colaboración sobre lo que está pasando en España para un importante medio. Su edición fue rechazada por la agresividad del título que tal cuál dejé en esta carta. Cuestión de tono, que no de fondo. Vd sabe. 
 
Me pareció la metáfora perfecta y la más brillante. Metáfora: sustitución de un término real A (Parlamentaria) por otro imaginario B (Bananera) por una relación de semejanza establecida entre los mismos. Visto que el término "República Bananera" sirve para describir esto y, como es harto sabido, no somos una República. No obstante, y aunque me resistí a cambiarlo porque era como desertar antes de que empezara la batalla, le doy en parte la razón al editor porque es realmente un burdo titular bloguero (en literatura es una "pregunta retórica" ¿Cierto?) que uno puede encontrar por doquier en la red si lo gugulea. Maldito gugul, mató la ignorancia creativa.
A continuación el texto íntegro. Sólo he quitado algunos enlaces dejando los más interesantes. Pueden ahorrarse el rollo y leer sólo los últimos 2 párrafos. El resto de la info verá (verán nuestras cuatro admiradoras si todavía lo son) que ya está desactualizada. Ha llovido mucho interés partidista en la prensa española en estos últimos días (¿¡semanas, meses, años, siglos, milenios!?). 
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España: ¿Una monarquía bananera? Entre la crisis y la corrupción.
México DF 04/02/2013
Cuando el gobierno del gallego conservador Mariano Rajoy Brey parecía que empezaba a vislumbrar la luz al final de túnel de la crisis económica y social, un nuevo escándalo de corrupción de su propio partido, del cuál es presidente, sacude la recuperación española y mina, un poco más, los cimientos de su “democracia de partidos”.
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Medios, intelectuales y opinión pública coinciden: España enfrenta su momento más delicado desde la transición democrática. Si ya estaba siendo difícil soportar los efectos provocados por la grave situación económica y social, los españoles no terminan de creerse hasta qué punto está viciado el sistema político e institucional del país en el que viven. 
Es como si la crisis hubiera destapado una caja de Pandora y, aunque no se pueda generalizar a toda la clase política, hubieran comenzado a salir por doquier casos de corrupción que afectan a todos los niveles institucionales y de gobierno. Algo que al parecer nadie quería ver, o destapar, durante los años de bonanza conocidos como el milagro económico español: una corrupción digna de una "monarquía bananera".
 
Más sombras que “brotes verdes”
El Ministro de Economía Luís de Guindos hablaba hace unos días de “brotes verdes” como el incremento de las exportaciones, la estabilización de la prima de riesgo, o el aumento de competitividad debido principalmente a la rebaja del costo de la mano de obra provocada por la última reforma laboral que puede atraer a inversores extranjeros. Pese a estos buenos datos y el intento del gobierno de mejorar la imagen de España y la confianza de sus ciudadanos, las previsiones para este año de la mayor parte de organismos internacionales son de una mayor contracción del mercado y del incumplimiento del objetivo de déficit de la UE. 
El cóctel molotov lo completan unos datos económicos y sociales desoladores como una tasa de desempleo del 26%, un sistema financiero que pese las ayudas multimillonarias que ha recibido de la UE está en pleno reordenamiento (es decir, tapando agujeros) y no termina de poner en circulación el crédito que necesita el mercado, o un aumento de la pobreza en algunos sectores. Otro dato alarmante es sin duda la cada vez mayor desconfianza de los ciudadanos frente a las instituciones públicas que coloca a gobierno, parlamento y partidos políticos en los últimos lugares de aprobación. 
Pues bien, por si este cóctel molotov no estuviera ya bien cargado, la corrupción escala lugares como centro de preocupación de los ciudadanos y muchos “alarmistas” empiezan a señalarla como la mecha que faltaba al cóctel y que en cualquier momento podría, con una chispa adecuada, hacerlo explotar.
España: ¿Una monarquía bananera?
En 2004 España sacaba pecho con un presidente que presumía de haber rebasado a Italia en renta per cápita y se marcaba como objetivo superar a Francia, ambas por la izquierda dado que tenían en su momento a presidentes conservadores: Berlusconi y Sarkozy. Los españoles vivían ebrios de burbujas inmobiliarias, ensimismados con su década prodigiosa de éxitos deportivos como Sancho Panza con sus ínsulas prometidas por Don Quijote. Mientras que en sus instituciones públicas y privadas y, sobre todo, en sus partidos políticos se desataba un fenómeno galopante de corrupción, fraude y tráfico de influencias cuya verdadera dimensión apenas se atisba a dilucidar como la punta de un iceberg de proporciones desconocidas. 
En las instituciones ha salpicado a todos los niveles: desde la Casa Real (caso Noós o Urdangarin), hasta la administración autonómica (caso Palau en Cataluña, caso Matas en las Islas Baleares, caso ERE en Andalucía, caso Camps en la Comunidad Valenciana), pasando por muchas administraciones locales. Los escándalos también han venido de organizaciones empresariales como la CEOE con las acusaciones a su presidente el empresario GerardoDíaz Ferrán por la llamada “Operación Crucero”. 

Con todo, si hay casos de corrupción que indignan a la población son los que afectan directamente a los partidos políticos, sin importar de qué tendencia sean. En el PSOE, (Partido Socialista Obrero Español) principal partido de la oposición en horas muy bajas de estimación de voto, se han destapado últimamente fraudes tan burdos como el Caso Amy Martín, en el que el director de su fundación “Ideas”, Carlos Mulas, ha sido acusado de fraude por cobrar presuntamente artículos publicados con este pseudónimo para ganarse así un sobresueldo. También hay casos de corrupción en partidos regionalistas como el catalanista CiU (Convergencia y Unión) partido conservador no independentista sentenciado por el caso Pallerols.    
En esta espiral de noticias sobre corrupción saltan las últimas noticias sobre un caso que afecta desde hace varios años directamente al PP, partido en el gobierno, por una supuesta trama de financiación ilegal todavía en proceso de investigación conocida como caso Gürtel. Ligado con este caso, el diario español El Mundo publicó una información, pendiente de que se aporten pruebas más fiables, sobre presuntos pagos de sobresueldos en dinero negro a altos cargos del PP que tiene su sede en la calle Génova de Madrid. Lugar recurrente de manifestaciones anticorrupción en los últimos días debido a estos hechos. La persona encargada de estos pagos sería Luís Bárcenas, ex tesorero del PP e imputado desde 2009 en el caso Gürtel. 
El caso ha tomado más fuerza en los medios con la publicación por el periódico El País de los llamados “papeles de Bárcenas” en los que el ex tesorero del PP supuestamente llevaba una doble contabilidad con cuánto y a quién (nombres de altos cargos del PP) se dirigían fuertes sumas de dinero relacionadas con empresas inmobiliarias. El propio Rajoy ha tenido que salir a desmentir que hubiera recibido pagos en negro de Bárcenas desde Alemania donde estaba con Angela Merkel, sin pronunciarse eso sí sobre ningún tipo de acción legal ni contra Bárcenas ni contra los medios que están publicando estas informaciones. El aluvión de noticas sobre este caso en España pasa hoy por demostrar la autenticidad de los papeles, dado que Bárcenas ya ha declarado que es un montaje en su contra. 
Entretanto, las noticas sobre el caso Bárcenas ya han dado la vuelta al mundo y parace que empezado a marchitar esos “brotes verdes” de los que hablaba el Ministro de Economía.
Pero ¿Qué está pasando en España? ¿Es una corrupción aislada de políticos y empresarios, o generalizada de partidos e instituciones? ¿Es una corrupción estructural, está viciado el sistema? ¿Se ha vuelto la política una forma rápida de hacerse rico, como la lotería?¿Qué papel debe jugar la ciudadanía en el control del gobierno y los partidos políticos? ¿Hay que reformar la constitución? ¿Fue la transición española tan ejemplar como nos contaron a las jóvenes generaciones actuales o dejó un sistema corruptible y corruptor en el que los partidos políticos se reparten el poder y donde el único requisito para entrar al juego es ser leal al partido, a tus superiores y cumplir con los objetivos es decir, ganar votos a como de lugar, sin contar ni la ética, ni el profesionalismo, ni la experiencia para la gestión pública y sin tener que rendir cuentas ante nadie, ni si quiera ante sus votantes?  
Los españoles buscan respuestas (les dejo este interesante análisis sobre la “anatomía de la corrupción”) mientras la percepción de la situación es tan grave que no faltan las voces que hablan de que "la democracia española está en peligro”, cuando lo que realmente puede estar en peligro es un sistema político de partidos anacrónico, corrupto y corruptor, amparado por una constitución aprobada en un contexto histórico muy particular y en la que los partidos y sus políticos gozan de plena impunidad y privilegios. 

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